El catolicismo es la religión tradicional, llegada a Cuba con los colonizadores españoles. El primer templo católico que hubo en el actual municipio de Colón funcionó en el poblado de Guamutas desde finales del siglo XVII. Se llamó San Hilario (hoy demolida) y ofició los servicios religiosos allí por ser esta zona el centro de la ganadería local y la tala de maderas preciosas por parte de la Real Armada Española.
El nacimiento de Nueva Bermeja el 8 de agosto de 1836 propició la creación, un año después, de un templo católico de maderas preciosas. Dicho templo o Iglesia Parroquial controló hasta 1885, cuando surgieron los registros civiles, toda la documentación de los nacimientos, defunciones, matrimonios, bautizos, censos poblacionales y la compra- venta de propiedades, siendo por tanto el centro espiritual del territorio. Además de la religiosidad que defendía, jugó en el pasado un importante papel en la organización de las ferias, bailables, y el funcionamiento de centros escolares (Ciudad Estudiantil Católica Félix Varela) y del asilo de niñas huérfanas La Caridad (actual primaria Enrique Hart). Posee también un Archivo Parroquial donde se hallan los documentos más antiguos de la ciudad, y que presta valiosos servicios a la población necesitada de algún documento, así como a historiadores en sus investigaciones sobre la historia pasada.
La práctica del catolicismo por varias generaciones de colombinos propició que en el pasado, los fieles realizaran procesiones con la imagen de La Caridad del Cobre en los campos dañados por las sequías y con la imagen de San Isidro Labrador a los terrenos de cultivos durante la persistencia de temporales, mientras que en el interior de sus casas, las jóvenes colocaban la imagen de San Antonio con la cabeza hacia abajo para que les facilitara el hallazgo de un novio. Sí persisten el uso de la oración de San Luis Beltrán para curar a personas y animales de enfermedades y el mal de ojos, y de la oración de San Alejo contra los vientos fuertes asociados a tormentas locales, tornados y huracanes que se apoyaban con la colocación de tijeras en cruz detrás de puertas y ventanas, atar una piedra con alambre a un árbol para amarrar al Diablo y hacer tres cruces de cenizas de leña o carbón debajo del alero de los bohíos e impedir así la ocurrencia de lluvias; así como otras oraciones destinadas a la curación de hernias en el abdomen y el empacho por ingesta.
Generó también supersticiones traídas por los conquistadores del Viejo Continente y fusionadas durante siglos con las leyendas aborígenes y la mitología africana. Aún existen colombinos que creen en fatalidades y malos augurios anunciados por el canto de las lechuzas y tojosas sobre las casas o cerca de estas, el canto de una gallina como gallo, la entrada a una vivienda de una mariposa tatagua o bruja, ver un gato negro en la oscuridad, dejar meciéndose un sillón sin alguien sentado en él, sentarse con las manos sobre la cabeza, sentarse sobre una mesa, colocar un sombrero sobre la cama, observar una pelea de gallinas (bronca segura de mujeres), la ocurrencia de un remolino alrededor de la casa, dentro del patio o cruce de caminos en momentos de calma, la exposición de una embarazada a un eclipse lunar, responsable de que el feto nazca con un angioma de sangre en su rostro, etc.
El municipio tiene hoy dos Iglesias Parroquiales llamadas San José, una en la ciudad y la otra en San José de los Ramos. Iglesias más pequeñas en la propia cabecera y los poblados de Banagüises, Méjico, Sergio González, Guareiras y Santa Gertrudis, y el Seminario San Alberto también en la ciudad.
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