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La gallareta blanca del batey Álava

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La gallareta blanca del batey Álava

La mayoría de la dotación de esclavos del ingenio Álava (actual Méjico) era de origen yoruba. A sus infrahumanas condiciones de vida y de trabajo, tuvieron que enfrentar el temor a la gallareta blanca, ave muy común en Cuba que habita en zonas acuíferas para alimentarse de vegetación acuática, caracoles, gusarapos y gusanos, y que no mide más de 38 cm. Por la denominación dada se asemeja a la gallareta de pico blanco o gallareta americana, debido a su pico y escudo frontal blancos.

Eneida Villegas Zulueta, afrodescendiente, investigadora y promotora cultural del poblado de Méjico, en sus estudios ha revelado que esta leyenda nació en la segunda mitad del siglo XIX  y guarda relación con las creencias de los negros esclavos.  Según la tradición oral, la gallareta blanca aparecía cada cierto tiempo en la torre campanario y otras áreas del barracón para posarse y cantar. Los esclavos se percataron  que luego de sus apariciones alguien del lugar moría, de causa natural o por la ocurrencia de accidentes. Fue entonces que nació la creencia de que aquel misterioso animal era un ave de mal agüero o anunciadora de la muerte.

Tal vez la tragedia más grande acaecida en el central Álava durante la pasada centuria ocurrió el 31 de enero de 1915 a las 12:45 PM. Pobladores de aquella época culparon de ello  a la gallareta blanca. Al respecto opinó José Matilde Zulueta Zulueta (Bejuco), un octogenario ya desaparecido que dedicó la mayor parte de su vida a la industria azucarera:

“En el ingenio Álava hubo una explosión tremenda en el año 1915. Yo no había nacido aún, pero las personas mayores me contaron que la noche anterior al accidente, la gallareta blanca había cantado más fuerte que nunca. El problema fue que una de las calderas se secó y metió un simbombazo que algunos pedazos de yerro cayeron como a un kilómetro. En San José de los Ramos, que está a siete kilómetros de distancia, la tierra tembló. Hubo gente que vino a caballo pa conocer de sus familiares.

Dicen que fue algo horroroso: yerros doblados, trabajadores carbonizados, quemados y heridos por todos lao. Uno de los que se salvó en tablita fue Julián Cuesta Zulueta, un pelotero que jugaba las nueve posiciones. Como era un muchachito flaco, la fuerza de la explosión lo levantó en peso y lo coló por uno de los tubos anchos del ingenio. Ahí estuvo metido hasta que una brigada lo encontró. A partir de ese momento  el mundo comenzó a llamarlo Julián Guayabito, para compararlo con ese animalito que se cuela por cualquier hueco.

La gallareta blanca alertó que algo malo iba a ocurrir, pero quién iba a pensar que la caldera reventaría ese día.”

Según las investigaciones realizadas por Pedro Díaz García, primer historiador de esa industria, y reafirmadas por su hijo Pedro Díaz del Castillo, continuador de la obra de su padre, en la citada fecha una negligencia administrativa provocó la explosión de la caldera, causante de grandes daños materiales a la fábrica y de la muerte a varios de sus trabajadores. La última aparición de la gallareta blanca ocurrió en las primeras décadas de la Revolución en el Poder. 

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